Marta Minujín y la Menesunda

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La recreación artística de la experiencia Minujín.

El 8 de octubre de 2015, el Museo de arte Moderno de la Ciudad de Buenos Aires expuso en sus salas la recreación de La Menesunda, la experiencia estética creada por Marta Minujín y Rubén Santantonin en el año 1965.

 La instalación interactiva consistía en una especie de laberinto, donde el espectador se introduce en diferentes habitaciones, ambientadas de diferentes maneras y donde ocurren diferentes sucesos. Al entrar, unas luces de neón recubren las paredes oscuras que aíslan al participante del resto de la sala; luego, este podrá encontrarse con personajes como maquilladoras en una especie de salón de belleza, una habitación con una pareja que duerme en la intimidad de su cama, un teléfono que nos lleva, a través de un código, a una heladera, y así sucesivamente, el espectador pasa por un recorrido cuya salida desconoce.

La menesunda, de Marta Minujin y Rubén Santantonin

 «Menesunda» significa en lunfardo «confusión», se trata de una experiencia provocativa, que, si bien sus autores no la consideraban un happening, tiene una clara influencia de los primeros sucesos creados por el estadounidense Allan Kaprow. El collage, el ensamble de actos, las ambientaciones, la incitación a la intervención por parte del público, son características de la performance y el happening conceptual de los años 50 y 60. Pero ¿por qué de todas las obras originarias de estos años y elaboradas en el contexto artístico del Instituto Di Tella eligieron recrear La Menesunda?

El Instituto Di Tella fue el espacio de montaje de la instalación, y como bien recordamos, fue el lugar que reunió a los artistas de vanguardia más conocidos de nuestro país. Como esperaban los artistas, el primer impacto de los espectadores fue de sorpresa, estupefacción y, para algunos, una profunda indignación, si la entendemos como parte de un contexto social aún conservador, donde el Di Tella era de los pocos lugares que daba lugar a este tipo de expresiones en el país. La dictadura de Juan Carlos Onganía en 1966 llevaría al cierre del instituto, y con él el fin de una época del arte argentino. Muchos de estos artistas fueron obligados a irse al exilio por la persecución política, otros no tuvieron opción que recurrir al silencio. Sin embargo, Minujín continuó, en períodos posteriores, produciendo arte, como el Obelisco de pan dulce, en 1979, y el Partenón de libros prohibidos, en 1983.

La menesunda, de Marta Minujin y Rubén Santantonin

 Cincuenta años después, decide volver a montar La Menesunda, trayendo una nueva discusión en torno a la obra, ya que el contexto en el que sería expuesta era otro. Esto implicaba reflexionar sobre lo que significó el montaje de la obra, su vínculo con las instituciones artísticas del momento, y las discusiones políticas de la época que dieron lugar a este tipo de producciones artísticas.

 Es probable que la Menesunda sea la obra con la que más se asocia a la autora, por lo menos en los circuitos artísticos, por su osadía, su carácter lúdico, y como dice la propia Minujín: la importancia estética que tuvo y que repercute en toda su obra. Cinco décadas más tarde, tuvimos el privilegio de poder revalorar y vivenciar una experiencia sesentista en pleno siglo XXI, de la mano de la misma artista.


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