El arte abstracto del movimiento minimalista.
En 1965, el filósofo Richard Wollheim denominó «arte minimalista» a las pinturas de Ad Reinhard y a esa nueva tendencia de la pintura y escultura abstracta que se oponía a el informalismo y su contenido emocional y subjetivo. Aquellas obras que simplificaban las formas geométricas, al punto tal que parecían querer representar absolutamente nada. Una expresión plástica que utilizaba materiales y colores industriales, y que continuaba la tradición europea cubista, neoplasticista y constructivista.

El escultor Donald Judd definió al objeto minimal como «objeto específico con capacidad de no significar nada y desnudo de toda organización interna de signos y formas». Esto quiere decir que el artista busca expresarse con los mínimos elementos visuales posibles, se lo llamó: principio de economía de medios. Se le daba prioridad al trabajo del color, la composición y la escala y se cree que estos artistas fueron los primeros en pensar la producción de sus obras en función al espacio donde estarían expuestas.
Algunos de sus referentes fueron Dan Flavin, Sol Lewitt, Larry Bell, John Macracket, Kenneth Noland, Elisworth Nelly, Jules Olinsici, Robert Morns, Tony Smith, Carl André y Donald Judd.
Se considera que el primer movimiento de abstracción que se presentó en la historia del arte fue el suprematismo ruso, cuyo principal representante fue Kazimir Malevich, quien generó un gran escándalo al presentar una pintura que consistía en un cuadrado negro sobre un fondo blanco. Los artistas del suprematismo buscaban un arte que se encargara de tratar temas que solo le correspondieran al lenguaje visual. Se habló por primera vez de «arte por el arte», y el origen de esto era una postura confrontativa a lo que fue la imposición del realismo impuesto por la monarquía rusa, en la que las pinturas se ocupaban de retratar la vida y las conquistas de su reinado.
Lo que les importaba a pintores como Malevich era simplificar objetos de la realidad en figuras geométricas, resaltar el estado más puro de las formas. Con este antecedente, en 1930 aparece el manifiesto «Arte concreto» de la mano de artistas como Kandinsky y algunos miembros del futurismo. Estos también buscaban abstraerse de la subjetividad de la realidad, y muchas de sus composiciones se basaban en fórmulas matemáticas. Nada podía ser más concreto que un elemento visual, como una línea o un plano de color.
El minimalismo se basa en los principios de estas abstracciones de principios del siglo XX y crea objetos estéticos donde la forma geométrica toma gran escala, integra parte de la arquitectura del espacio de exposición, se convierte en solo luz proyectada dentro de una sala, rompe con las estructuras compositivas hasta ese entonces creadas, utiliza muchas veces la monocromía o está compuesta por un simple tubo de luz de neón.
Los artistas minimalistas traen a los años 60 el dilema que plantean los primeros movimientos formalistas de la historia ¿Es posible un arte que se produzca, exhiba y se consuma solo por el arte?, ¿es posible que la obra logre abstraernos de la realidad al punto tal de solo poder realizar una interpretación visual? Estos artistas niegan las connotaciones simbólicas, la obra es lo que se ve y nada más, no hay una conexión espiritual.
El minimalismo tuvo repercusiones en casi todo occidente y en algunos lugares de oriente, y se convirtió en uno de los movimientos artísticos más importantes del siglo XX. No se limitó a las artes visuales, fue una tendencia que influyó a la arquitectura, la música, la danza y la literatura.
El arte abstracto contemporáneo no logra superar la evolución artística que produjeron estos movimientos, pero de seguro va a lograr transformarse y encontrar nuevas formas disruptivas para que los modos de representación no figurativos perduren en una nueva etapa de la historia.

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