El arte que nació en los comienzos del consumismo norteamericano.
A mediados del siglo XX, surge en Inglaterra y, luego, en Estados Unidos, el conocido pop art. Una manifestación artística que, como dice su nombre, se ha dedicado exclusivamente a lo popular, con una estética proveniente de la publicidad, los medios de comunicación, el cómic y el cine. Este movimiento tuvo sus comienzos en los años 50 y se calcula que su auge duró hasta los años 80.
El arte pop no intenta tratar grandes temas existenciales, sino producir un retrato de las sociedades de consumo. Lo hace a través de la réplica de imágenes publicitarias, retratos de estrellas de cine, figuras de la alta moda, imágenes que se asemejaban a tiras de cómics y el uso de objetos de consumo popular, como las famosas sopas Campbell y las cajas Brillo de Andy Warhol.

Muchos de estos artistas retrataban escenas típicas de películas, como el cuarto de un hotel, una piscina o el interior de una cocina de una familia tipo de los años 50, imágenes icónicas de una cultura de masas.
Las técnicas plásticas utilizadas solían provenir del grabado, como la serigrafía y el esténcil, y también de la pintura de caballete, predominando los colores planos primarios y secundarios. Los materiales que utilizaban eran industriales y, además de las tintas gráficas y las pinturas, también realizaban collage con ilustraciones de revistas, carteles gráficos y objetos como latas de gaseosas. Se apropiaban de la iconografía y de los modos de representación típicos de la publicidad para romper con los criterios clásicos de las artes tradicionales.
Uno de sus referentes fue Roy Lichtenstein. En la década de los 50, este artista eligió reproducir algunas escenas de los cómics más vendidos de Estados Unidos para llevarlas a gran escala. Reproduce, también, la paleta de color empleada en sus historietas y en ellas aparece un personaje que representa la figura típica de la rubia norteamericana que se popularizó en esa década y que protagoniza muchas de las viñetas, como por ejemplo Crying girl y M-Maybe.

Andy Warhol fue una de las figuras más particulares del arte pop. Su estudio The Factory, en nueva York, funcionaba como laboratorio de producción artística. En él filmaba sus películas, realizaba sesiones fotográficas, producía imágenes en serie, organizaba performances. Era conocido en la escena neoyorkina por ser uno de los centros artísticos de vanguardia, donde la experimentación conceptual se retroalimentaba entre artistas.
Warhol prestó especial atención a los famosos, como las estrellas de cine. Retrató a Marilyn Monroe, James Deen y a los actores de Hollywood más emblemáticos. Una vez que un artista alcanzaba la fama, era registrados por el ojo de Warhol, así, también retrató a Madonna, Los Beatles, Michael Jackson y Lizza Minelli. Era famoso por el uso de la técnica de la serigrafía, el método de reproducción en serie que le permitió realizar un retrato del consumismo norteamericano de su época y con la que produjo imágenes incontables de elementos icónicos de su cultura.
Muchos han criticado al arte pop por considerarlo «vacío de contenido», «superficial» y «banal». Sin embargo, ¿no es acaso el movimiento que representó de manera más fiel a su sociedad contemporánea? El pop art tomó las herramientas de las agencias publicitarias y del marketing para construir una crítica social de la cultura consumista, donde todo parecía girar en torno a vender y comprar de manera masiva productos industrializados.
Lo cierto es que el arte pop se ganó su lugar significativo en el mundo del arte y marcó el estilo de vida de una época.

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